martes, 28 de julio de 2020

Encuentro N°11 - 2° Año PAPÁS

ENCUENTRO N°11 (18 y 19 del libro)

JESÚS SABE CÓMO SOMOS Y NOS PRESENTA SU CAMINO

OBJETIVO: nos reunimos para tomar consciencia de la grandeza y dignidad del ser humano necesitado de redención y para valorar la invitación que nos hace Jesús de dejarnos transformar por él en criaturas nuevas y de seguirlo según el proyecto del sermón del monte. 

ORACIÓN INICIAL: 


ILUMINACIÓN: 

SOMOS GRANDES A LOS OJOS DE DIOS


El hecho de que Jesús haya venido a nuestra tierra para compartir nuestra naturaleza y morir por nosotros, ya nos estremece de solo pensarlo. Y si prestamos atención a cuanto Jesús enseñó, como no quedar fuertemente impresionados al saber lo importante que somos. 
Bendito sea Dios, padre de nuestro señor Jesucristo, que nos bendijo desde el cielo, en cristo, con toda clase de bendiciones espirituales. En cristo, Dios nos eligió desde antes de la creación del mundo, para andar en el amor y estar en su presencia sin culpa ni mancha.
Si Dios nos ama tanto es porque somos inmensamente amables a sus ojos, grandes en su presencia podemos mirarnos unos a otros, a los ojos, y descubrir la huella de Dios.


PERO TAMBIÉN SOMOS DÉBILES Y FRÁGILES



La experiencia diaria, tanto personal como colectiva, nos lleva al convencimiento de que nuestra manera de ser dista mucho de lo que Dios espera de nosotros. 
Fácilmente recordamos situaciones negativas, vividas anteriormente por nosotros, que nos llevan a reconocer que somos muy débiles. Que hay una serie de tendencias malas en nosotros que nos arrastran al mal. 
Queriendo hacer el bien, me sale al paso el mal. En lo íntimo de mi ser me complazco en la ley de Dios, pero veo en mis miembros otra ley que está luchando contra la ley de mi espíritu y que hace de mí un prisionero sometido a este imperio de pecado que está en mis miembros. Desdichado de mí ¿Quién me librará de mi condición presente que no es más que muerte? pero, ¡Cuántas gracias le doy a Dios por cristo Jesús, señor nuestro!
Leemos este bello salmo de la biblia y copiamos las preguntas en el cuaderno y respondemos

"Al ver tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que fijaste, ¿Quién es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adam, para que lo cuides?
"Apenas inferior a un Dios lo hiciste, coronandolo de gloria y de grandeza le entregaste las obras de tus manos, bajo sus pies has puesto cuanto existe."
SALMO 8, 4-7

REFLEXIONAMOS:

1. ¿Qué impresión nos deja este texto bíblico?
2. ¿Estamos convencidos de nuestra altísima dignidad humana?
3. ¿Vivimos en nuestra vida diaria de acuerdo a nuestra dignidad?

COMENTARIO:

Necesitamos abrir nuestros corazones a Jesús, asumiendo primeramente nuestra condición pecaminosa y luego arrojándonos en los brazos de Jesús salvados para que él nos sane por dentro, nos fortalezca, nos consuele y nos perdone una y mil veces. Reducir la conducta humana a una lucha de la voluntad contra el mal es no entender la real condición del hombre sobre la tierra. Sólo cristo puede salvar y hacernos santos, lanzarnos a la práctica de los mandamientos como un mero esfuerzo humano es ir a un gran fracaso que terminará por sumergirnos en un gran desaliento.


De todas las criaturas visibles sólo el hombre es capaz de conocer y amar a su creador, es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí mismo. Sólo él está llamado a participar por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y esta es la razón fundamental de su dignidad.

DINÁMICA: sobre un corazón de cartulina escribir una debilidad que sintamos y del otro lado escribir cómo hacemos para afrontar esa debilidad con la ayuda de Jesús.

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LAS BIENAVENTURANZAS

Se llaman así porque de modo armónico e insistente explica las características de los justos en el nuevo reino.
Son el camino que nos muestra Jesús para ser felices.


El camino de Jesús, magistralmente descrito en el Sermón del Monte constituye un exigente desafío que solo pueden enfrentar y asumir quienes dejan que Jesús actúe dentro de nosotros. 
En este apartado aparece una lista de breves frases contenidas en el sermón. 
Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham, pero las perfecciona ordenandolas no solo a la posesión de una tierra sino al reino de los cielos. 

DINÁMICA:

Leer la lectura Mateo 5, 1-12, y luego copiar en el cuaderno las bienaventuranzas desordenadas y unir con flechas según corresponda

Felices los que tienen el Espíritu del pobre                                   Porque recibirán consuelo

Felices los pacientes                                                                           Porque ellos serán reconocidos
                                                                                                                como hijos de Dios

Felices los que lloran                                                                          Porque de ellos es el
                                                                                                                reino de los cielos

Felices los que tienen hambre y sed de justicia                            Porque recibirán la tierra en                                                                                                                                                    herencia
                   
Felices los compasivos                                                                       Porque serán saciados

Felices los de corazón limpio                                                           Porque ellos obtendrán                                                                                                                                                              misericordia

Felices los que trabajan por la paz                                                 Porque de ellos es el
                                                                                                               reino de los cielos

Felices los que son perseguidos por causa del bien                    Porque verán a Dios

PARA LEER Y GUARDAR         
Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y su Resurrección; ilumina las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya invocadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.

El Decálogo en el Sermón del Monte y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al Reino de los Cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios.
Yo había pedido a Dios poder para ser amado... y me encontré con el amor para no necesitar ser poderoso.
Yo le había pedido a Dios la salud para hacer grandes cosas. Me encontré con la enfermedad para hacerme grande.
Yo le había pedido a Dios la riqueza para ser feliz... y me encontré con la felicidad para poder vivir la pobreza.
Yo le había pedido a Dios leyes para poder dominar a los demás... y me encontré con la libertad para liberarlos.
Yo le había pedido a Dios admiradores para dominar... y me encontré con amigos que no me dejan solo.
Yo le había pedido a Dios ideas para convencer... y me encontré con espacios para convivir.
Yo le había pedido dinero para comprar cosas... y me encontré con gente con quienes compartir mi dinero.
Yo le había pedido milagros para madurar mi fe... y él me regaló una fe que hace milagros.
Yo le había pedido a Dios una religión para ganarme el cielo... él solo me dio a su hijo para acompañarme mientras viviera.
Yo le había pedido a Dios de todo para gozar en la vida... él me dio vida para goce de todo.
Yo le había pedido a Dios ser un Dios... él solo me hizo un ser humano.

ORACIÓN FINAL:


COMPROMISO SEMANAL:

Afrontar nuestras debilidades fortaleciendo nuestra fe guiándonos con lo que nos dice Jesús en el "Sermón del Monte".


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